Activarse, arrancar, ponerse en MODE ON o lo que sea. Hoy.
Es algo que nos cuesta a todos quienes procrastinamos mucho. Y es que activarse requiere su esfuerzo.
"Habría que hacer...". "Tendía que llamar...". "Debería empezar a..." Y muchos otros comienzos de frases en condicional auguran que la acción que les sigue será postergada.
¡Pero ya no más! ¿Qué pasaría si decidiéramos activar y hacer eso que tenemos pendiente?
El primer paso para dejar de procrastinar es precisamente ése: dejar de procrastinar. Fácil decirlo; difícil implementarlo. Pero no imposible.
Estoy cocinando una receta sobre el asunto. Consiste en hacer pequeñas acciones que muestren pequeños avances en favor de activarse. Escribir este post es una de ellas. Ya no más postergar la escritura. A escribir; aunque sea, unos pocos minutos cada día. Ése es el mejor ejercicio.
Una vez que se arranca, hay que mantener la constancia. Aquí se presenta otro tema (bueno, yo dije que estaba cocinando la receta sobre el asunto, no que ya lo tuviera resuelto). Para resolver esta cuestión, en teoría, basta con dedicar unos 10 minutos por día a la nueva actividad (escribir, salir a correr, adelantar un trabajo, terminar un proyecto, etc.) y mantenerlo a lo largo de unos dos meses. Para esa altura, ya se habrá incorporado como un hábito nuevo.
En la práctica, implica vencer obstáculos de olvidos, pereza, falta de tiempo, postergación, etc.
¡Así que basta de excusas! A arrancar. A seguir. A mantenerse. De a poco, una cosita por vez. Hoy es el día. Hay que empezar.
Mañana será el hoy de otra cosa nueva. Y así, avanzamos.