Cuando corría a las palomas
Estar en una plaza o parque, descubrir una bandada de palomas, correr hacia ellas y sentir que comenzaban a revolotear a mi alrededor como queriendo rozarme pero sin hacerlo del todo era algo sumamente divertido, era toda una aventura de la infancia.
Después de un rato, recuerdo que les tiraba miguitas de galletitas cerca mío para que volvieran a reunirse y repetir el juego.
¿Hoy se perdió esa costumbre o los chicos siguen corriendo a las palomas?
Por mi parte, veo cada vez más gente en las plazas y en las calles y también veo que las palomas perdieron el miedo a esa gente y ahora son ellas las que, sin que nadie las corra, revoloteen alrededor nuestro.
Ya no es divertido. Ya se torna un poco incómodo.