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Tres organizaciones para mejorar la calidad de vida de estudiantes de Perú

(Para LAFF, subido a Hacer Comunidad)

Un lugar histórico para seguir haciendo historia.

El aprendizaje no tiene límites. Ése fue uno de los mensajes que dos organizaciones bien distintas quisieron dejarles a niños y a adolescentes. Así lo han propuesto por un lado, Sacred Valley Project (SVP), una organización que promueve el desarrollo de mujeres de comunidades rurales, y por otro lado el Centro Cultural Yachay Wasi, en quechua “casa de aprendizaje”, que ofrece educación y herramientas de desarrollo para varones y mujeres en el centro urbano de Cuzco.

Ambas organizaciones están conectadas con Latin America Foundation For the Future (LAFF), la ONG inglesa que brinda apoyo a las organizaciones que promueven el desarrollo integral de las personas en Perú. SVP es socia de la organización y Yachay Wasi, colaboradora. Todas ellas sueñan con una mejor educación que brinde oportunidades a niños y niñas que parecían no tenerlas.

Las tres organizaciones eligieron un lugar histórico y se propusieron hacer historia.

Las imponentes montañas de Ollantaytambo, cuna de la herencia cultural peruana, fueron el escenario para que el fin de semana del 17 y 18 de octubre, una nueva historia comenzara a escribirse. El encuentro entre jóvenes de un entorno rural que no conocían la ciudad y jóvenes que nunca habían salido de ella estuvo lleno de arte, juegos y descubrimientos.

A las tres de la tarde del sábado, las chicas dejaron a sus familias en su comunidad y llegaron a Ollantaytambo. Allí las estaban esperando las chicas y los chicos de Yachay Wasi con un show de arte música y ¡hasta zancos! A través de sus talentos, ellos mostraron que con esfuerzo y trabajo duro, se pueden cumplir los sueños y que los amigos pueden ayudar a lograrlo. Las chicas, muy divertidas, regalaron a sus anfitriones brazaletes confeccionados por ellas mismas.

En el intercambio, aprendieron que a pesar de vivir en contextos diferentes, tenían mucho en común. Luego de disfrutar de una rica merienda a cargo de LAFF, todos juntos en una gran ronda, descubrieron que no sólo los unía la historia, sino también el futuro.

Se sorprendieron al ver que todos hablaban quechua. Y, sin planearlo, comenzaron a hacerse adivinanzas en ese idioma.

Además, hablaron de sus experiencias de vida y de estudio, de cómo cada uno luchaba para salir adelante, de cuán importante era el apoyo de la familia y de cuáles eran los proyectos para el futuro. Muchas familias de unas y otros los apoyaban en sus estudios a pesar de que los propios padres no habían podido completarlos. Sin embargo y a pesar de todo, esos papás les habían enseñado la importancia del trabajo duro, de la dedicación y de luchar por lo que quieren. Aprendieron que es así como se obtienen los logros.

Entonces hablaron de sus sueños. Las chicas y los chicos sueñan con terminar el colegio, con ser enfermeras, contadores, ingenieros. Y es que también los une el otro mensaje que ambas organizaciones quisieron dar: el de superación y de esperanza de cambio.

Ellas y ellos aprendieron que pueden hacerlo. Y que están haciendo historia.

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