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¿QUÉ LES PASA A LOS CHICOS DE HOY?

  • Romina Mazzaferri
  • 15 ago 2013
  • 4 Min. de lectura

(En Revista NIÑEZ, de LAPEN)

Los llaman “nativos digitales” o “generación Z” porque nacieron después del año 2000 en un mundo globalizado, digitalizado e hiperconectado. Crecieron rodeados de tecnología. Se dice que cambian “de pantalla”: pasan de la televisión a la computadora y de allí, al celular. Para ellos es habitual estudiar con la TV prendida y los auriculares puestos, mientras chatean y navegan por Internet. Viven conectados a la realidad virtual, bombardeados por información y publicidad y acelerados por la vida moderna. Son los chicos de hoy. Como lo es Juan.

Juan llega a la clase bíblica con su celular con Internet.Viene caminando desde su casa, que está a unas pocas cuadras de la iglesia. En esa casa vive con su mamá, sustres hermanitos, sus tíos, sus cuatro primos. Su papá estáen Bolivia, donde nació la mitad de su familia. Hace meses que no lo ve, ni habla con él. Su mamá hace changas.A veces no puede comer lo que quisiera. Habla muy poco con sus amigos, pero desde su cuenta de Facebook comentacon sus compañeros de la escuela las fotos que se sacaronen el recreo. Juan quiere tener novia porque sus amigos lo cargan si no tiene, así que lo hace público con un claro mensaje en esa red social: “Busco novia”. Sin tardar, varios amigos le responden, hacen chistes, ofrecen posibles candidatas e incluso hay “candidatas” que se ofrecen solas.A los dos días, Juan cambia su estado para avisar que “tiene una relación” pero luego de una semana vuelve a cambiarlo por “está soltero”. Ese día Juan escribe una frase sobre el amor y los corazones rotos. Juan tiene 10 años.

En inglés se utiliza la expresión “Too much, too soon” (demasiado, demasiado rápido) y eso es lo que reciben los chicos de su entorno: están hiperestimulados y bombardeados por tanta información que los abruma. Juan en verdad no existe pero el relato de su vida fue armado con datos reales de chicos que asisten a nuestras clases bíblicas u horas felices. Para entenderlos, hay que entender su mundo. Según UNICEF, los jóvenes del futuro se enfrentan a “a un mundo cada vez más incierto… (con) desafíos sin precedentes”. Los chicos de hoy viven en una sociedad desestabilizada no sólo desde lo económico sino también desde los aspectos social, cultural y familiar. Viven de cerca diversas problemáticas que les son habituales como el embarazo adolescente, la violencia intrafamiliar o el problema de vivienda. UNICEF calcula que hay 33 millones de niños y niñas de corta edad que son migrantes. Algunos han migrado con sus progenitores pero otros tanto lo hicieron con diferentes familiares. Y muchos otros se ven afectados indirectamente como, por ejemplo, quienes se quedan en el país de origen cuando uno de sus progenitores o ambos emigran.

Los papás de los chicos de hoy están desencantados con las instituciones y con la autoridad, buscan ser amigos de sus hijos y los consultan hasta para hacer las compras llegando a negociar con ellos. Los chicos pasan a ser los protagonistas, con una responsabilidad que no les corresponde. Pero también, y cada vez más, son hijos de papás separados, de hogares monoparentales o de familias ensambladas. Con Internet y por las redes sociales, se les ofrece un mundo de emociones y sensaciones con la premisa de vivir el hoy para no aburrirse, todo ocurre en lo inmediato y no hay tiempo de pensar en el mañana. El consumo de tecnología no es exclusivo de los grupos con mayor poder adquisitivo. Los que menos también se la rebuscan para poder mostrar su celular y sentirse parte del grupo. La empresa de marketing MobieYouth, que analiza el comportamiento de chicos y adolescentes con respecto a la tecnología, concluyó que el 90% de las comunicaciones entre los chicos es pasiva y no verbal y que el 62% de los pre y los adolescentes duerme con su celular. En promedio, un chico de 17 años habrá recibido 170.000 mensajes publicitarios.

Los chicos de hoy plantean nuevos desafíos acerca de cómo captar su atención, cómo despertarles el interés. Sin embargo, también necesitan lo mismo que los chicos de las generaciones pasadas: un oído que los escuche, una mano que los abrace, un corazón que los aconseje y los guíe. No hay recetas. Cuanto más atractiva, interactiva y creativa sea la clase, mejor será para él; mantener el factor sorpresa en cada clase, ayuda. Si contamos con redes sociales podemos utilizarlas para mandarles mensajes, versículos, avisarle que estamos orando y permitir que nos envíe los motivos de oración. Pero el mensaje es el mismo, no cambia.

El niño de hoy necesita aprender sobre el amor de Jesús y conocer lo que dice la Biblia sobre los temas actuales, necesita saber el valor de la vida (la suya y la de los demás), la amistad, el respeto, la importancia de tomar buenas decisiones, de resolver los conflictos sin violencia. Pero sobre todo necesita amor y modelos sanos, de los cuales muchas veces carece en su propio hogar. Necesita que le brindemos tiempo para conocerlo, entenderlo, escucharlo, ayudarlo. Podemos usar cualquier tipo de dispositivo que nos ayude a mantenernos en contacto. De todas formas, nada reemplaza una mirada a los ojos y un abrazo. Eso lo necesita el niño de hoy, y el de siempre.

Romina Mazzaferri

MÁS INFO: http://www.lapensedenacional.org/revista.html

 
 
 
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